martes, 30 de noviembre de 2010

Pensamientos y Poemas.

                                                                                    Por Daniel Galí.

La sombra de un alma en pena.

Del amor hay amantes curiosos a entender,
como el de aquel muchacho,
hijo de la mujer,
aquella soberana heredera del dolor;
retoño era ella de triste piel,
cruel abandono de camino sin riel,
juventud perdida en una celda sin agua beber ,y
pan del alma para comer.
Del carcelero, otros cinco compañeros,
hijos todos del deber.
Del amor, jamás nadie supo
nunca más nada de él.

El apenas sonreía al sol del medio día,
su voz,
sal de cristal fina
aun sobre la espuma del mar corría.
Era un niño entonces,
pero muy bien entendía
que la reina de las sombras,
sólo sombras para él tenía.
El jamás supo de ella su triste pasado,
mucho menos de la condena, que aún en libertad
ellas seguía cargando, cadenas.

Ella del cautiverio, forjas de hierro encendido
nunca apagó,
las llamas de fuego vivo
a llama ardiente lo quemó.
Fue un amor como el de muchos,
pero él, más solitario
que un sol labriego se encontró.
Fueron caricias violentas,
después, susurros y recompensas,
espacios vacíos de horas desiertas
al despunte del alba
de una pena que aún tira y tranca.

Del amor hay amantes curiosos,
también hay enamorados que así se dejan querer,
también hay amantes que pegan duro
y las heridas las cubren de miel,
la reina de las sombras lo quería a él,
de una manera especial, según su pasional entender.
Y entre su particular forma de amar
las mariposas y abejas
sangre viva no dejaban de beber.

Del amor heridas graves,
cadenas con llagas sobre la piel,
cicatrices abyectas,
que aunque le pesan,
no las dejará jamás él,
y de su recuerdo
una sombra le vendrá a acompañar,
incluso ahora
cuando ya no quedan soles de sus caricias
sobre el mar.

Del amor hay amantes curiosos,
como el de aquel muchacho,
hijo de la mujer,
de ellos curiosa forma de amar,
la de ella, querer,
su hijo sólo de amor merecer.
 

Sin respuestas.

Hoy desperté,
muriéndome otra vez,
con ganas de no responder
ni a Dios ni a su mujer,
otro día más
después del ayer,
incluso el sol
despierta solo para mi anochecer,
mientras yo
aún busco entre las nubes,
el viento que a mis alas empuje
hacia aquel lugar
abrigo del corazón,
allí donde el mar
amó a la tierra
para su balada engendrar.
Hacia ese lugar quiero ir yo,
pero ahora me encuentro en la oscuridad total,
sin saber que camino escoger,
ni dirección tomar,
aquí en el abismo de mi ser
ni los brazos de tu voz
mis frías manos pueden tener.
Debo partir,
pero para ello
primero debo desatar,
la cuerda floja
que de los tobillos
a mi cuerpo y alma
de cabeza nos hace colgar.
Hoy desperté,
muriéndome otra vez,
con ganas de no responder
ni a Dios ni a su mujer,
y aunque hace un frío enorme,
y las nubes amenazan con no ceder,
yo se que tarde o temprano el sol,
a mi fría piel abrazará otra vez.


Pobrecita de mi niña.

Pobrecita de mi niña
que la han dejado
sola en una esquina fría,
la vino el viento a parir
en una ventisca
justo cuando el sol
en junio se escondía,
pero aunque la justicia
se esconde de los inocentes,
bien la vida reacomoda todo
y a cada cual
pronto le corresponderá,
lo que en su justa medida ha de cosechar.

Pobrecita de mi niña
mire quien de ella
se tenía que apiadar,
vino entonces
la noche de San Juan,
quien en sus brazos la quiso abrigar.
Pero tan pronto
aumentaron las bocas
en casa del capitán,
que ni hogaza de pan
para comer le fueron a ella dar;
cruel destino de los hijos del viento,
quienes sin nombre ni tiempo,
atrapados por siempre
han quedado bajo su propia piel de invierno.

Pobrecita de mi niña
que se ha quedado
sola en un rincón,
entre juegos de niños tristes
sobre camas de cartón,
y desde entonces
no existe cuento infantil
que ella pueda comprender.
Para su desgracia los días se repiten
cada uno más parecido al de ayer,
todos como el de hoy,
así se suceden uno tras otros, y
obviamente, sin la misericordia de Dios;
acompañados imperecederamente
de la cosecha presente y
con el fausto pasado
de quien cruelmente los abandonó.


Defecto.

Te veo
y no soy más que el reflejo
de tus defectos.

Te veo
y no siento más que la llegada
de la una negra,
la sombra más oscura de mi tierra.

Te oigo
y tu voz  no más hace más que derretir
la cera de mis alas recién abiertas.

Te oigo
y el ímpetu de la fuerza es devorado.
Del sol, mi cálida alegría,
astros entre labios oscuros le quitan horas a mis días.

Y te siento
ay como siento que seas la única espiga
y yo no poder negar, ser el trigo seco, de ti vieja espina.


Al caer.

Aquí, ahora,
mientras la noche todo devora,
el ósculo de la luz tardía muere poco a poco
tinte fresco,
cálida sangre de este día.

Yo, aquí como niño imploró
aunque sin Dios
por tu corazón,
tus manos tibias
alzadas hacia la luna y su manto negro
de ella te hace amiga.

Y yo aquí,
en el oscurantismo de mi ser,
mientras los sueños son castrados por mí herejía,
llegan ellos con sus pies fríos,
manos sin carnes, dedos huesos, pesos muertos,
cruz al hombro de mi fatiga y desencuentro.

Durante el período más gélido del amanecer,
yo no quería
lo que fuera de tus dientes,
tu boca desprendía.
Sin embargo me dejaste sola,
soltaste mi mano
y ellos de noche todo mis tesoros robaron.

Ahora vivo con sus fantasmas
donde cada noche ruego por el alba,
mientras ellos besan mis sienes
mi cama fría los arropa en mis dulces pesadillas.
Gracias como siempre
por acompañarme al caer el día.


Arenga mía.

Debo restituirme,
debo sacar coraje,
dejar que las lagrimas caigan,
dejar que el alma descanse.
Convertir las sombras del desanimo
en el cayado que me apoye
durante el dilatado viaje,
que mis miedos y complejos
construyan el camino,
por sobre el cual mis pasos
reciban de la tierra su tierno abrigo.
Que mi fragilidad
no sea más que la fortaleza,
esa que aflora entre las llagas
por las palabras dejadas,
sobre la débil piel de mi existencia.
Que el lado eclipsado de mi ansiedad
sea iluminado por la luz de la voluntad,
ayúdame a quererme
a tomar mi mano
y caminar conmigo,
acompáñame por estos caminos
los que con mucho miedo
ahora sigo.
No me abandones ahora
tú, en quien más confío.



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Daniel Galí
La Araucanía, Chile
Bienvenidos sean todos, soy una joven escritora Chilena de 24 años y he creado este blog con la finalidad de presentar mis trabajos, especialmente mi primera novela publicada en Lulu.com. Titulada como "El estero de la Muerte" Siempre he pensado que todos tenemos la imperiosa necesidad de comunicarnos con otros, hacemos señales, unos dibujan o quizás pintan, otros por su parte escriben lo que piensan, algunos hablan o simplemente dejan de hacerlo, pero en cualquiera de los casos y para que la comunicación sea realmente efectiva, aquello que hemos creado debe ser compartido con los demás, porque el mundo no lo construimos solos, porque el mundo lo construimos con palabras, jamás dejemos de comunicarnos.
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